FERRATUS; XX Aniversario
La moderna bodega boutique de María Luisa Cuevas cumple 20 vendimias
FOTOS y DOC's © Ferratus © Cristina Tierno Conde EFECTO DIRECTO © Revista Restauradores
CRÓNICA por Miguel Peraqui
Una ilusión en la médula burgalesa de la Ribera del Duero convertida en proyecto sostenido y sostenible
La CEO y alma de la bodega, María Luisa Cuevas, perfectamente escoltada por su enólogo desde 2018, Emmanuel Ivars –un francés de la zona del valle del Loira, muy ribereño y arandino–, nos depararon una jornada entrañable de celebración de su XX Aniversario.
Sentido y sincero agradecimiento por un día inolvidable en el que pudimos comprobar el alma de sus vinos, pura expresión de sus creadores y criadores; tanto monta, monta tanto.
Vinos y proyecto en pleno crecimiento, tiernos al tiempo que aún indómitos, con todo el “exceso” del carácter ribereño y adolescente, al tiempo expresión vitivinícola y enológica reveladores de su sinceridad, profundidad, sensibilidad, densidad y ternura.
Como nos contaba Cristina Tierno (Efecto Directo Comunicación) –nuestra convocante y una de las piedras angulares del equipo y del departamento de marketing y comunicación (junto a Cristina Ferrer y María José González) de Ferratus – Bodegas Cuevas Jiménez–, esta es la historia de una mujer ligada a una tierra. De un sueño hecho realidad. Ferratus cumple 20 vendimias y María Luisa Cuevas mantiene intacta su pasión por el vino mirando con optimismo hacia el futuro.
Nos recibe plena de energía y nos agasaja desde el primer momento. Quiere que nos enamoremos de sus vinos y de sus viñas. Y con ella nos acercamos al Pago de Los Planteles, en municipio de San Juan del Monte, que adquirió –podríamos decir que al tiempo que a su enólogo, al que venera con el sobrenombre de “mago de la acidez”–. Un viñedo de 17 hectáreas de entre 18 y 22 años de edad, que representa a la perfección la diversidad de suelos de la Ribera del Duero. De estas viñas nace Ferratus AØ – léase 'A-Cero o ‘acero’, como prefieran– 2020, el vino con el que hacemos una primera parada, cata y fonda, con jugosas y sabrosas tortilla de patata y empanada casera. Perfecto desayuno campero de media mañana.
Este viñedo dedicado a “Ferratus AØ”, está dividido en 7 sectores que coinciden normalmente con los diferentes suelos. Los controles de maduración y edafológicos se llevan por separado. Al respecto, nos indica Emmanuel que el terruño aquí está muy bien representado; arenoso, arcilloso, calizo, pedregoso… “Nos va a dar vinos muy fáciles por los taninos, la frescura, mucha fruta roja… Pero al tiempo con esa necesaria estructura y corpulencia. Trabajando desde el viñedo, lo que tratamos de conseguir es un ribera tempranillo internacional, que en su equilibrio pueda gustar a todo tipo de públicos. Ese es el gran reto, expresando al tiempo la zona, su particularidad y estilo de vinos”.
A lo que apunta María Luisa: “Es un vino tan fresco en su concepción y elaboración que no parece que tenga 14,5º de alcohol. Porque es muy ‘equilibrado’. La estructura, el alcohol y la acidez están compensadas. Este señor es un mago haciéndolo. Es maravilloso”.
Ferratus: Nacimiento bodeguero versus renacimiento personal
Hace 20 años se inició una bonita historia en el corazón de la Ribera del Duero. Su protagonista, María Luisa Cuevas, mujer de negocios y embajadora de su tierra natal. Esta arandina de pro de la quinta del 67 –¡qué añada más extraordinaria!– puso en marcha un sueño largamente madurado del que nació Bodegas Ferratus. Dos décadas después, sus vinos son un referente de modernidad y elegancia en la Denominación de Origen Ribera del Duero, tanto dentro como fuera de España.
“El convertirme en bodeguera ha sido de las mejores cosas que han pasado en mi vida, la más bonita (fuera de lo estrictamente familiar). Llevo viva 20 años. Cuando empecé en 2003 nadie apostaba por una señora treintañera dedicada toda su vida a ser abogada en Madrid y que vino a Aranda de Duero con un niño recién nacido, sin ninguna otra pretensión que vivir mi maternidad, estar con mi familia, mis padres, mi hermano”.
“Hoy soy la que me mancho, la que reconoce que ha aprendido en estos años a tratar a la gente del campo para conseguir que te den su mejor fruto. Hay y ha habido un equipo y gente detrás que también ha aportado su valor y sus conocimientos, para que yo tenga hoy esa experiencia. Hoy yo me siento fuerte, segura de lo que hago […] Y ustedes, hoy, cuando levantan su copa y brindan con mis vinos me reafirman en la gran mujer en la que me he convertido. Gracias a ustedes estoy aquí, gracias a la gente que me ha enseñado sobre viña, estoy aquí. Gracias a Emmanuel Ivars, mi enólogo, mi amigo, y gracias a mi enólogo anterior, Benigno Garrido, veinte años después hoy estoy aquí”.
Hay una historia personal y familiar fuerte, que ha rebosado y trasladado su fortaleza a este proyecto vital y vitivinícola. Veinte años llenos de anécdotas, esfuerzo y sufrimiento; como el de los primeros años, en que incluso le 'levantaron' una vendimia firmada y contratada con un viticultor de la zona. “Quedé sentada llorando. Fui con mi padre y me dijo, “levántate y busca otro viñedo”. Esa fue una de muchas. Al año siguiente, mis padres me pusieron en contacto con un amigo suyo, un señor de pueblo, jubilado… y en 2004 empecé a salir con Arcadio Hernando. Íbamos los dos. Él me enseñó mucho, a tener mano izquierda, a no creer todo lo que me decían, a ver si la poda o la carga era lo que me decían, a tratar a los viticultores (yo era una niña urbanita)… Ferratus es hoy lo que es gracias a todos lo que han estado. Mis padres y mucha gente”. Aunque muchas veces pensaran que estaba loca y que iba a tirar la toalla. La incomprensión y la genialidad son vasos comunicantes y coincidentes en muchas ocasiones.
El éxito de Ferratus se basa en un excelente terruño de altura, 20 hectáreas de viñedos propios (tres de ellas ubicadas en el Pago de Santa Cruz, La Horra, Burgos, y 15 hectáreas más, controladas), ubicados en diferentes pagos cercanos a altitudes de 900 metros, algunos con más de 60 años, que producen una uva tempranillo de elevada calidad.
María Luisa, muy concienciada con el medio ambiente, ha conseguido en estos 20 años dar forma a su proyecto singular en una bodega con autoabastecimiento energético, basado 100% en energía solar, lo que permite su crecimiento sostenible. Además, aunque no tiene sello, el viñedo recibe un cuidado auténticamente ecológico. Como nos reconoce su enólogo, “aquí es muy fácil trabajar el viñedo en la Ribera del Duero. Tenemos una climatología privilegiada. Mantener la viña sana durante el ciclo vegetativo es fácil porque cuando la planta comienza a hacer ese ciclo empieza a hacer calor y porque tenemos una humedad relativa sólo del 30-40%. Tres o cuatro tratamientos con azufre y algo de cobre durante el ciclo vegetativo y tenemos la viña controlada (en el Loira son 10-12 tratamientos mínimo)”.
Abono: excremento de oveja. Además, dejan crecer la hierba entre las viñas. “Si hace falta, la arrancamos a mano. Lo preferimos a utilizar herbicidas”. Y, ante el estrés propio del campo, de las inclemencias y adversidades, las 400.000 cosas que pasan, ahí está Gabriel –Gaby–, encargado de campo, que con su cuadrilla de compatriotas rumanos siempre presta, pone el necesario punto de serenidad al asunto. “Es el hombre tranquilo. Mi amigo y confidente. Me río muchísimo con él. Le quita hierro a todo lo que ocurre. Buena gente. Lo pasamos divinamente”. Es más. Se reafirma en su filosofía de mínima intervención: “He aprendido que contra la naturaleza no se puede luchar. Que hay que aceptar lo que Dios nos manda en cada año y luchar con uñas y dientes por conseguir de cada añada lo mejor para ponerlo encima de las mesas de nuestros clientes”.
Así, María Luisa Cuevas sigue presumiendo de calidad en la dotación humana que le acompaña. Es decir, ha sabido rodearse de un gran equipo y, con su ayuda, lograr el gran reto al que se enfrentaba: sacar adelante una bodega boutique, pequeña en producción (elabora actualmente unas 150.000 botellas) pero grande en calidad. “Tengo el honor de liderar un fantástico equipo, lo que me permite mimar cada detalle y ver la sonrisa en el rostro de mis clientes en medio mundo”, dice María Luisa esgrimiendo también una amplia sonrisa.
Pero además, Ferratus a través de María Luisa reivindica la importancia de comprar uva a los viticultores locales para hacer grandes vinos porque con ello se consigue fijar población y riqueza en el entorno rural. “Qué importante es hacer vinos con esas viñas que no son mías. Si no, los viticultores venderían esa uva a las grandes bodegas. Este sector sí fija población al medio rural. Yo defiendo que trabajemos las viñas con ellos. La Ribera del Duero es mi tierra y yo quiero que siga habiendo gente aquí. Aquí hay señores muy mayores que, en cuanto mueran, sus hijos van a vender el viñedo… y eso es una pena. Los pueblos se despueblan. Con 4,5,6,7 hectáreas… estas familias pueden seguir trabajando la tierra y compatibilizarlo con otros trabajos…”.
Basándose en un meticuloso trabajo en el viñedo y en el respeto escrupuloso hacia la uva, el objetivo ha sido siempre la búsqueda de la tipicidad. Además, aprovechando la gran capacidad de envejecimiento de la uva tempranillo en la Ribera del Duero, ha buscado elaborar tintos bien estructurados, elegantes, profundos y de gran recorrido.
Ferratus: la marca
El palmarés de los vinos Ferratus muestra una trayectoria envidiable obteniendo Medalla de Oro en certámenes como Mundus Vini, San Francisco International Wine Competition, Vinduero, Concurso Mundial de Bruselas, International Wine & Spirits Competition o el Concurso Casino de Madrid, entre otros; Plata en los Premios Sakura, Decanter o Texas International Wine Competition, por citar algunos, y obteniendo excelentes críticas y puntuaciones en las principales revistas de vino a nivel nacional e internacional.
Ferratus AØ, Ferratus Origen, Ferratus Fusión, y Ferratus Sensaciones han sido las creaciones tintas con las que María Luisa Cuevas ha conquistado el mercado. No olvidamos tampoco el maravilloso Ferratus Rosado de tempranillo sobre lías y el nuevo Ferratus Blanco de albillo mayor de cepas viejas, cuya primera añada fue la 2021.
El asentamiento de su marca se ha consolidado en el último lustro con Emmanuel Ivars. Su enólogo lleva más de 30 años en la Ribera del Duero, donde se estableció como autónomo en el año 2000, asesorando a diferentes bodegas. Él ha sido testigo directo del crecimiento exponencial de la zona a nivel vitivinícola. Vivió los tiempos en que había apenas 40 bodegas y la mitad de ellas eran cooperativas. Su apellido es valenciano y su acento al hablar es una simpática mezcla entre francés y arandino… más burgalés que galo, la verdad. Pero ese ensamblaje enocultural y ese bagaje de intercambio profesional y vitivinícola ha sido decisivo en el impulso a la calidad y personalidad de los vinos de Ferratus. Sus continuos viajes a Francia han permitido a sus referencias adaptarse a un estilo de vinos que gusta en Francia; “un estilo más internacional, aunque guste mucho en España también. Que el vino tenga personalidad. Y esta primero se obtiene desde el campo. Necesitaba tener el control de las viñas; entender el viñedo para entender el vino ya que es difícil encontrar un viñedo en la Ribera para una pequeña bodega”.
Y en este sentido, la connivencia, coordinación y complicidad con María Luisa es total. Así, ella subraya y afirma: “Él ha terminado de dar con el toque que quería yo para mis vinos. Que sean Ferratus, con carácter, pero al tiempo agradables y cómodos… Para terminarte la botella entera. Finura y Ribera del Duero”.
Pero, aún así, aquí todo una fuerte implicación personal y emocional. Y Ferratus, los vinos, la marca, nace como un homenaje de una hija, bien nacida y agradecida a sus padres. “Ferratus es un regalo que el padre le hizo a la hija, porque fue él quien puso la pasta para montar la bodega. Mi padre tiene otros negocios, entre ellos ha sido almacenista de hierros. Entonces pensé que era un reconocimiento y agradecimiento a mis padres la confianza que depositaron en mi para poner en pie la bodega. Por eso se llama Ferratus, “que viene del hierro”, un regalo-homenaje a mis padres”.
“Desde que tengo uso de razón el vino era algo casi reverencial, como una celebración mística en mi casa. Tomábamos vino desde que era muy pequeña, aquí, en Aranda del Duero. El día de nochebuena se abría una botella de Vega Sicilia. Se iniciaba la Navidad. Y el vino siempre estaba presente en las celebraciones. Luego fui a estudiar y trabajar en Madrid. Tuve mi primer hijo allí, y regresé a mi pueblo. Yo soy de aquí y vivo aquí ahora”.
Esta es, seguro, la primera parte, veinte años, cuatro lustros, dos décadas, de la bonita historia de amor entre Ferratus y María Luisa Cuevas. “Hay mucho corazón en lo que hago. No me hubiera dedicado a otro tipo de agricultura que no fuera viticultura. Hay un componente cultural y de hedonismo tan importante en nuestro sector… adoro al ver esto. Lloro mucho cuando las cosas no salen bien (las viñas se hielan, se apedrean…). Pongo mucho corazón, mucha pasión… Con los viñedos de las otras viñas que no son de mi propiedad, las sigo como si fueran mías. Las muestreo, las camino, las decido con el mismo cariño…”. Hoy, el futuro de Ferratus se sigue escribiendo con la misma ilusión y el mismo tesón.
Ferratus: Bodega boutique, instalaciones, paisaje… vinos
Siguiendo al dedillo las instrucciones de María Luisa, nos hemos terminado nuestra botella de Ferratus AØ en el viñedo, de modo que ya tenemos bien predispuesto el ánimo para visitar la coqueta y funcional bodega-boutique. Los componentes del viaje de prensa nos hemos distribuido en diferentes coches. Vamos llegando a nuestro nuevo destino y allí, de nuevo, en la misma puerta de la bodega, nos esperan María Luisa y Emmanuel… Pero no están solos. Ni nosotros los estaremos. De momento nos va a acompañar una copa para cada uno de nosotros durante el resto del recorrido para ir catando y degustando sus diferentes elaboraciones.
Así las cosas, para ir entrando en faena, empezamos con su Ferratus Rosado 2022. “Este rosado es el Ferratus de los amigos”, es lo primero que nos dicen. De hecho, apunta Emmanuel, “la Ribera del Duero empezó con los rosados, toda la vida, antes de los tintos. María Luisa quería un rosado. Intentamos hacer un rosado diferente, más gastronómico, algo más complejo”. Sus peculiaridades también se recalcan por su elaboración. La uva, procedente del mismo del pago de San Juan donde hemos estado, se mete al depósito, es objeto de un sangrado muy rápido y a la hora o dos horas sacamos el mosto. Color natural. Más o menos pálido según los años. “Es lo que hay, es lo que es, y es lo que hemos decidido. El 50% fermenta en depósito de acero inoxidable y el resto en barrica de roble francés que hemos utilizado en tintos. Un vino frutal pero con potencia, boca, grasa. Trabajamos sobre lías (6 meses entre depósito en madera aproximadamente; decidiendo según cata)”. Un rosado potente, de 14-14,5º de alcohol. “Es fresco, de nariz espectacular. En 6 meses va a estar mucho mejor aún”.
Para empezar no ha estado nada mal. Nos ha animado, desde luego, para continuar el breve paseo alrededor de la bodega, antes de hacer la incursión final a las instalaciones interiores. Pero antes, disfrutamos de una panorámica espectacular. Como nos explica María Luisa, estamos en un paraje protegido de la Junta de Castilla y León. Perteneciente al termino municipal de Gumiel de Izán, el ayuntamiento permitió en su momento la instalación de bodegas (industrias agroalimentarias). La bodega ocupa una superficie de 45.000 m2. Las viñas no están a su alrededor, no es una bodega estilo chateau; pero hay muchos miles de millones de metros cúbicos de madera de pino (pinares). En uno de los balcones se ven los pueblos que forman parte de la ribera del Duero: Villanueva, Peñaranda, y casi podríamos llegar a ver de donde venimos (el viñedo de San Juan del Monte). “Es una zona muy bonita, espectacular por las noches. Un privilegio enorme”.
Las viñas de Ferratus AØ entran en cajones de 400 kg y pasa directamente a mesa de selección. Los Ferratus Fusión, Origen, Sensaciones, Rosado y Blanco, entran en cajas de 14 kg. Las uvas pasan por mesa de selección de racimos y mesa de selección de granos. Es decir, 100% selección de toda la uva. Una bodega pequeña pero con todo lo necesario para hacer un buen vino. Ya en el interior vamos reconociendo distintos tipos de depósitos que intuimos se destinan a distintos tipos de vinificaciones. Nos lo confirman: Los pequeños; para Ferratus Origen y Sensaciones.
A continuación, tenemos una visión amplia y despejada del espacio destinado a las barricas. Es importante destacar el hecho de que, con la entrada de Emmanuel Ivars, en 2018 se cambió todo el parque de barricas; sustituyéndolas todas a barricas de roble francés.
Podría decirse que Ferratus AØ es en realidad un tinto crianza…. “En Ferratus queremos un vino serio, con estructura, con extracción… pero que se pueda beber. Hoy en día no podemos esperar 5-7 años para vender el vino. Teníamos ese reto de tipo comercial: potencia redondeada más rápida. El roble francés tiene un grano que ayuda a hacer los vinos más amables, redondos, menos tanicidad, más aporte aromático, y cada vez más personalidad, carácter y fruta. Es decir; que la barrica tenga cada vez menos protagonismo… Pero también la barrica –grano superfino– la necesitamos para aportar estructura. La selección de la madera es fundamental y para lo que quiere ser Ferratus, necesita este tipo de roble”.
Y ya que estamos entre barricas y hablando de su importancia, Emmanuel nos tiene preparada una sorpresa. Cata directa desde barrica de alguno de sus vinos de futuro más representativos, aún en crecimiento, afinamiento y desarrollo. Una tentación a la que no podemos resistirnos. Así que probamos Ferratus Fusión, un auténtico capricho, un vino diferente, representativo de los 4 tipos de suelo de Ribera del Duero, pero de elaboración artesanal, manual, en barricas de 500 litros; fermentación a barrica abierta, previo paso directo de la uva desgranada a la barrica, sin control de temperatura. Selección de viñedo extraordinaria de distintos viticultores. “Buscamos lo muy tradicional con mucha modernidad. Explosión de fruta, con protagonismo de la madera (por su fermentación). Este vino lleva ya 18 meses en barrica de 500 L y ahora lo hemos pasado a barricas envinadas por ya 2 usos de Ferratus Sensaciones y ya veremos cuándo lo sacamos. Le falta unos matices. Lo difícil es ver el potencial y elegir el momento para embotellarlo”. Son barricas de máxima calidad (sus precios oscilan entre 800 y 1000€). Pinta pero que muy bien la cosa. Lo degustamos y deglutimos sin atrevernos a usar la escupidera. Sería una verdadera aberración; casi una falta de respeto a nuestros anfitriones.
Nos abandonamos por completo y seguimos a pies juntillas el criterio de nuestros anfitriones. Como el que dice, la fiesta acaba de empezar. Y seguimos con otra de las referencias casi recién nacidas. Ferratus Blanco 2022. Este blanco de albillo es casi un envite personal del enólogo francés que Emmanuel Ivars sigue llevando dentro. Así lo reconoce María Luisa: “No apostaba por ello en un principio. Me equivocaba. Pero tengo una persona que sabe de blancos y quiero hacer un gran blanco (este es el segundo año), con uva vieja de albillo mayor. La baza es hacer un gran blanco de la Ribera del Duero. El vino está verde, joven. Le falta incluso un año de evolución en botella, pero os lo ofrecemos, como una joya que sale de nuestro corazón para que veáis el futuro de lo que va a ser”.
Tanta generosidad y franqueza no cae en saco roto. Y fácilmente nos identificamos con esa aspiración de tener un blanco a la altura de los tintos. Emmanuel lo corrobora. “Hay variedades blancas atractivas y que están de moda en España. Y aquí tenemos el albillo, autóctona de la zona; y por eso es muy interesante porque hay muy poco. Viñas viejas plantadas entre el tinto (se plantaban para hacer claretes). No es fácil comprarlo y encontrarlo. No es un blanco aromático como los que se valoran hoy en día. No es una variedad fácil de trabajar y más aún si quieres hacer algo realmente bueno. Al final María Luisa aceptó y decidió arriesgarse”.
En efecto, así fue: “Decidí tirar de mi gente y buscar uva de viña vieja. 3000 kg de uva de los que salieron 2100 botellas. Las saqué en mayo y a mediados de junio ya lo tenía todo vendido. Albillos mayores en la ribera hay muchos, pero vamos a hacer un albillo mayor con boca, con mucha clase”. Y, por si fuera poco, Cristina Tierno acaba de convencernos para la causa con el maridaje elegido. No en vano, ella es también sumiller: “Probamos el blanco recién embotellado. Va a ser el lanzamiento para Navidad. El maridaje está pensado con salchichón ibérico y queso de oveja curado, que son grasos, con una retronasal muy potente, y el vino lo limpia muy bien ya que tiene frescura y una boca aún por desarrollarse, pero se mantiene y aguanta perfectamente. Hay que tener objetivos de aspiración grande”.
Y ya que hablamos de objetivos elevados, tras picnics y aperitivos, nos disponemos a encumbrar la jornada enogastronómica y la celebración de este XX Aniversario de Ferratus con un almuerzo suculento, como establecen los cánones de la generosa tierra en que nos encontramos, como Dios manda. Hoy no vamos a decir absolutamente no a nada. No. Ese día va a tener que esperar. Así que desenfundamos nuestras mandíbulas y compartimos mesa y mantel con total resolución y al amparo de nuestras compañeras de mesa arandinas. Qué buenos vinos, qué buensa viandas y qué buena gente. Qué buen día, sí señor. Un ‘día Ferratus’ en toda regla.
Empezamos entonces a compartir ese maravilloso invento que es la Morcilla de Aranda con pimientos asados en sofrito de ajos. Su compañero de viaje gastronómico es Ferratus Origen 2017; un vino con una capacidad de envejecimiento importante, al estilo de los grandes vinos tintos de Francia pero, por exigencias del guión –es decir, del mercado– se encuentra en plenitud a los 5 años. “Eso lo conseguimos con una selección de uva de viñedos viejos"–nos cuenta su enólogo–. Control del viñedo: trabajos, selección y vendimia. Uva tinta del país autóctona de la Ribera del Duero. “Tenemos la arcilla, la cal, la arena, el aluvión y esa altitud que permite hacer unos vinos con una capacidad aromática brutal”. A partir de ahí, en bodega empieza el trabajo técnico; maceración en frío de 7 días a 8-10ºC. Fermentación controlada alcohólica de 8 días. Y una maceración post-fermentativa de 2-3 semanas. Sin tocar nada, es una uva que entra en el depósito y sale hecha vino después de mínimo 30 días de elaboración. “Tiene que ser sabroso, potente, complejo, y tiene que mantener esa tanicidad típica de la uva. Para hacer un gran vino no hay que renunciar a su estructura. Lo que debemos hacer en la bodega es domarlo y hacerlo amable”.
Hemos dado el primer paso del primer pase y ya n hay marcha atrás. Seguimos avanzando y profundizando en sabor, contundencia y complejidad. Llega el momento –inevitable– del Lechazo IGP asado en horno de leña con ensalada de lechuga y cebolla. Un plato clásico, histórico, que vamos a acompañar –perfectamente además–con la complejidad enológica que nos va a aportar, como su propio nombre indica, Ferratus Sensaciones 2017. Nos encontramos ante la última añada de este vino de pago (el de Santa Cruz) perteneciente a La Horra, un pueblo burgalés típico de la Ribera del Duero donde los haya. Tiene aún una capacidad brutal de evolución.
Nos indican María Luisa y Emmanuel que “es el vino tinto que pensamos que tiene más posibilidad de evolución en el futuro”. Y reconoce, pensando en grande y sin falsa modestia la CEO de la bodega, que “este va a es uno de los grandes vinos de España”. “Un vino de larga guarda con un estilo muy personal, que solo se elabora en años excelentes para los que buscan lo más exclusivo […] elaboración dura con guantes de seda. Joven, afrutado, con volumen y una capacidad brutal de evolución“. Un último consejo gourmet del enólogo para la ocasión: “Probar el vino antes y después del lechazo. La grasa del lechazo al vino le va a engrandecer porque estos son vinos para acompañar este tipo de banquetes. La gama tiene que seguir increscendo en cuanto a calidad”.
Y cuando ya terminábamos, con el postre en ciernes, Tarta de frutos rojos y chocolate, y creíamos que habíamos probado lo mejor de la ribera, María Luisa, visiblemente emocionada y feliz por la celebración y resolución de la jornada, nos emociona con una última joya; un par de las últimas botellas guardadas del año de la fundación de la bodega; un Ferratus Sensaciones 2003 que es el perfecto resumen de la calidad humana, profesional, histórica y vitivinícola de Ferratus. Un vino con 20 años que ya no saldrá al mercado… y que el mercado se perderá porque se encuentra en perfecto estado de forma: un tinto con esos tonos típicos terciarios, de cuero, reducción de calidad, las notas terciarias, complejas y tostadas, de las largas crianzas, pero perfectamente integradas con nítidas sensaciones de vivacidad, recuerdos minerales, una fruta madura, una acidez y frescura increíbles.
Conclusión: ¡Felicidades y gracias!.
María Luisa Cuevas va con todo y de frente, con sus vinos y sus decisiones. Hay caprichos enológicos, pero desde el principio todo ha tenido su porqué. Ha tenido que hacerse valorar en un entorno rural austero, castellano viejo, de una cultura patriarcal, teniendo que demostrar cada día que merecía respeto y que su éxito no era mera fortuna. Ha tenido que reivindicar su puesto cada día.
Nació en 1967 y se vino aquí en 1997. Empezó por afición pero con la idea de hacer bien las cosas desde el principio. De hecho, se formó con tres masters vitivinícolas – uno Viticultura y Enología, otro Sumillería, y uno más de Internacionalización de Vinos– antes de iniciar esta aventura, antes de empezar la bodega. “Porque me gustaba, sin saber que iba a montar la bodega. Tenía ya metido el gusanillo del vino”.
Y así han sido las cosas y así se las estamos intentando contar. Veinte años que, como solemos y nos gusta decir, no son nada pero lo dicen todo. El legado ya está preparado por si su hijo Enrique quiere continuar la encomienda y proseguir la saga, la 2ª generación de la familia en Ferratus. Y sea como fuere, el segundo hijo, Luis, con su autismo, seguirá siendo la fuerza matriz y motriz de María Luisa Cuevas, el alma mater y pater de Ferratus. “Esa fuerza que necesitaba para sacarle adelante es la misma fuerza que me daba para sacar adelante a Ferratus. Es una suerte enorme haber tenido un hijo así. Empecé la bodega antes. Y fue una suerte porque, como madre, no hubiera empezado con Ferratus”.
Porque, según hemos celebrado y según nos ha parecido entender, María Luis Cuevas es su CEO y es su alma, la que lleva todo esto; quien decide el estilo de los vinos, la persona que lleva campo junto al enólogo apenas otras dos personas en bodega… “Y quien se pasa las horas dando órdenes en los viñedos para que la naturaleza nos dé lo mejor de nuestras uvas. No soy sólo una cara bonita delante de una foto”. No, desde luego que no.
Y por todo, sólo podemos terminar diciendo, de corazón, enhorabuena y gracias por compartirlo. Desde Revista Restauradores brindamos por estos 20 años y por los éxitos que sin duda llegarán en las próximas cosechas. Gracias. Gracias por regalarnos una historia tan bonita que contar, con unos vinos tan bonitos que contar. 🥂🍷🍷 Cheers!!!
FERRATUS – Bodegas Cuevas Jiménez
Ctra. Madrid-Irún, A-1, KM 165
09370 Gumiel de Izán (Burgos)
Tel. +34 947 679 999 · +34 638 007 140
E-mail: bodega@ferratus.es
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